LA CAPTURA DEL SIGLO
- Lorena Luján
- 30 abr 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 6 sept 2019

Abimael Guzmán es mostrado a los medios en una jaula y con traje a rayas.
La captura del líder senderista fue obra del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) al mando del coronel Benedicto Jiménez que con ayuda del equipo conformado por 82 agentes dentro de la (DIRCOTE). Este grupo de policías trabajó durante varios años para conocer al enemigo al que se enfrentaban: «Sendero se mimetizaba con los campesinos estos se pensaban que todos eran terroristas y los terroristas pensaban que todos eran soplones de las fuerzas armadas. Por tanto estaban entre dos fuegos y siendo abusados por los dos lados. Hasta que este equipo de policías empieza a darse cuenta de que este fenómeno era distinto, y ahí el valor importante de Benedicto Jiménez que es un tipo estudioso que empieza a estudiar el maoísmo, el radicalismo chino y se da cuenta que Sendero va por ese lado. Empieza a entender sus escritos, su mentalidad dogmática, sus planes y dice “estos no son unos loquitos que están matando gente o poniendo bombas volando torres porque les guste la violencia, no, estos quieren tomar el poder”» (Comunicación personas J. Paredes).
Abimael Guzmán es mostrado a la prensa peruana.
En los años de seguimiento que le hacía el (GEIN) a Sendero, Abimael Guzmán y la cúpula senderista pasan a vivir a distintas casas ubicadas en las zonas más exclusivas de Lima, una vez se dio a conocer su paradero mucha gente se preguntaba si el camarada Gonzalo buscaba la revolución campesina para liberar al pueblo peruano de la desigualdad, qué hacía entonces él en un barrio tan exclusivo a esos metros de la embajada de Estados Unidos y no se encontraba al frente de la lucha campesina. «Él no sabe usar armas, no sabe poner bombas…No hacía esas cosas. Era un intelectual del terror era una persona criada… Un bastardo de una familia rica, así que tenía el resentimiento de los pobres pero la formación de los ricos y decidió que tenía que destruir el Estado y no paró ante ninguna consideración en el esfuerzo por hacerlo, pero su verdadero peligro era su capacidad de planear, él solamente veía noticias, recibía informes, planeaba campañas, emitía ordenes, no participaba en el combate pero tenía la capacidad de organizarlo, de articularlo, de organizarlo y darle un sentido que es lo que hizo verdaderamente peligroso a Sendero. Cuando él cayó creo que Sendero nunca recuperó la fuerza que había tenido. Yo diría que es un intelectual del terror, alguien que consigue sistematizar la violencia, teorizarla, organizarla y manipularla con fines políticos» (Comunicación personal S. Roncagliolo).
La captura de Abimael Guzmán y su esposa Elena Iparraguirre, número 2 en la lista de Sendero, fue llamada la “Captura del Siglo” y le sirvió al Gobierno dirigido por Fujimori y Montesinos para legitimar su mandato y con esto se consolidarían las bases de un nuevo movimiento llamado “fujimorismo”. «Echaron raíces los dos argumentos de Fujimori: yo soy el único limpio ante una clase política corrupta que le está robando a ustedes de los pobres y yo soy el que con más poder puedo eliminarles el miedo que les provoca Sendero Luminoso. Esos eran los dos grandes argumentos» (Comunicación personal J. Medem).
Cuando el asesor presidencial Vladimiro Montesinos se entera que la captura de Guzmán fue realizada por la DINCOTE, decide disolverla antes de finalizar 1992. El aparato del Estado se apoderó del triunfo de la captura y puso en marcha una maquinaria de propaganda que caló en la sociedad peruana. «La eficiencia de Montesinos le dios la seguridad necesaria a Fujimori para iniciar una tarea de sobrevivencia: combatir el terrorismo. Si no lo derrotaban, el país no iba a soportar un tercer gobierno incapaz de solucionar el horror cotidiano. Había un arma: la guerra clandestina. Y consiguieron su objetivo: en los años siguientes derrotaron al terrorismo» (Jara, U. 2017).
La captura de Abimael Guzmán el 12 de septiembre de 1992 eliminó toda sospecha de que el Gobierno empezaba a ser autoritario, los peruanos sintieron que para conseguir grandes logros, las medidas de represión eran necesarias. «De hecho Fujimori en muchos momentos dosificó la lucha contra Sendero para utilizarla políticamente» (Comunicación personal J. Medem).
Junto con el camarada Gonzalo fueron capturadas dos mujeres importantes dentro de la cúpula senderista: Martiza Garrido Lecca y Elena Iparraguirre. En el caso de Garrido Lecca se despertó la curiosidad y el morbo por entender como una bailarina de ballet del barrio de Miraflores escondía en su casa al líder senderista. Fue presentada con un traje a rayas, que en el Perú no se utiliza para los presos, al igual que Abimael Guzmán a quien metieron en una jaula, todo esto formaba parte de la estrategia del Estado para dar a notar la superioridad y una especie de juego del más fuerte: «Esa narrativa que levanta la necesidad de luchar contra un adversario, lo que en política se llama el amigo/enemigo, para existir yo necesito un adversario y aplicar mis acciones justificadas, porque si no nadie me conoce y necesito un enemigo. A esa narrativa la llaman Memoria de Salvación. Lo que dice es que se necesita un salvador que viene que es Fujimori y nos salva a todos los peruanos del horror, la muerte, la crisis económica, el terrorismo, etc.
Fujimori necesita un adversario para justificar su narrativa. Hay un monstruo que acecha el país, que es Sendero Luminoso. Hay una amenaza permanente, que si no se interviene vamos a estar todo el tiempo así, entonces se necesita enfrentar esa situación, por lo tanto tiene que ser con mano dura, con el uso de la fuerza y no importa si en el camino hay víctimas, violaciones de los Derechos Humanos… lo justifica porque hay una amenaza tan grande que justifica todo eso. Por eso es que presenta a Guzmán con traje de rayas en una jaula. Yo siempre le digo a mis alumnos, parece el Guasón y Batman. Construye una narrativa donde él es el héroe y que inteligentemente planea y tiene todo calculado» (Comunicación personal con I. Jave).
El haber tomado la autoría de la captura de la cúpula senderista hizo que se minimizaran los crímenes contra los Derechos Humanos que cometió el Gobierno de Fujimori, como son los casos de la Universidad Cantuta y la matanza de Barrios Altos a cargo de un escuadrón de la muerte llamado Grupo Colina. Fujimori fue sentenciado a 25 años de cárcel por dichos crímenes. Actualmente partidarios del fujimorismo piden se le indulte de todos los cargos.
Cinco años más tarde aparecerá en escena otro grupo subversivo llamado Movimiento Revolucionario Túpac Amaru que tomará la residencia del embajador de Japón para pedir la libertad a cambio de sus compañeros encarcelados. Tras varias semanas de secuestro un grupo de militares llamados “Chavín de Huántar” logran rescatar a los diplomáticos internacionales y políticos peruanos que se encontraban en el interior del inmueble. Una vez más le sirve como arma política el volver a hacerle frente al terrorismo. Fue muy cuestionado por pasear delante de los cadáveres de todos los miembros del MRTA que se habían vencido, pero que fueron dados de baja. Tras fotografiarse con los cuerpos, sale de la residencia del embajador portando la bandera del Perú y realiza un paseo en el transporte que llevaba a todos los militares que entraron en la residencia. Con medio cuerpo por fuera saludaba a los ciudadanos que aplaudían una vez más al presidente que acabó con el terrorismo. Con este clima de aceptación Fujimori cambia la Constitución y se prepara para su 3º reelección en el año 2000. «Él utilizó la toma de la Embajada de Japón por el MRTA, como utilizó a Sendero Luminoso en beneficio de sus políticas, es decir, él sacó de la crisis de la toma de la residencia del embajador de Japón, la utilizó para mejorar su perfil internacional, para mostrarse como la salvación ante el terror de cara a los ciudadanos, en fin… Él utilizó todo lo que le podía servir para reforzar su perfil político, social e internacional. Sendero y Fujimori son la confluencia de dos, en una caso un dirigente político y en el otro un guerrillero loco, pero dos casos que no hay cosas parecidas. En América Latina no hay otro Sendero Luminoso y ni siquiera hay otro Fujimori teniendo en cuenta el origen de Fujimori que viene de la nada y que termina convertido en un autoritario que controla todo el Estado. Probablemente el único que se puede llegar a parecer en algunas cosas a Fujimori es Álvaro Uribe en Colombia, pero no tiene nada que ver por el origen, por las circunstancias políticas, por las diferencias entre los dos países. Sendero Luminoso es único y Fujimori es único. Es la tormenta perfecta, la combinación de los dos». (Comunicación personal J. Medem).
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